jueves, 8 de noviembre de 2012

La necesidad de decrecer


“Si se mantienen las tendencias actuales de crecimiento de la población mundial, industrialización, contaminación ambiental, producción de alimentos y agotamiento de los recursos, este planeta alcanzará los límites de su crecimiento en el curso de los próximos cien años”, decían los autores de “Los Límites del Crecimiento” en 1972. Hoy, cuarenta años después, estamos viviendo la convergencia de varias crisis en una crisis sistémica que algunos autores achacan a la llegada del cenit de la capacidad de crecimiento mundial. Vamos a ser testigos y participantes de una transición desde décadas de crecimiento económico hacia décadas de contracción económica.

¿Por qué?

Para acercarnos a esta complicada cuestión debemos realizar un análisis de todo el sistema que sustenta a las comunidades humanas modernas. Podemos afirmar que los problemas socioambientales y económicos que hoy padecemos son problemas socioconductuales. Hoy día, por mucho que la realidad nos muestre que algo no encaja, continuamos teniendo una visión de la economía como si de un sistema individual y aislado se tratase, hemos montado nuestras sociedades en torno a esa premisa y nos comportamos en consecuencia. Sin embargo, la economía no puede ser otra cosa que un subsistema de un sistema más grande: el ecosistema Tierra.

El proceso económico es una transformación física del capital natural, de baja entropía, en productos útiles para el ser humano que, posteriormente, desechará como residuos, sacando materiales y energía de sus ciclos naturales y aumentando la entropía. El crecimiento económico, dios de economistas de muy diverso signo, es un incremento exponencial de este proceso, lo que agrava los problemas derivados del proceso económico que actualmente rige nuestras sociedades.

Por consiguiente, el resultado de cualquier sociedad o sistema que no abandone a tiempo las ansias de crecimiento es la insostenibilidad. Y será así incluso en el caso de que se añada por doquier la palabra “sostenible”. El tan maltratado concepto de sostenibilidad seguirá siendo un adorno sin sentido mientras no integremos en nuestras vidas la premisa de que no podemos hablar de un desarrollo sostenible si seguimos en la espiral de crecimiento. No podemos hablar de sostenibilidad si seguimos produciendo residuos a una velocidad mayor de la que necesita el ecosistema para reintegrarlos en los ciclos biogeoquímicos. No podemos hablar de sostenibilidad si explotamos los recursos renovables más rápido de lo que tarda la naturaleza en restaurarlos. Y no podemos hablar de sostenibilidad si basamos nuestras sociedades en la explotación creciente de recursos no renovables.

Todo esto está causado, en gran medida, por la absurda creencia de que un sistema inferior (economía) puede estar por encima de un sistema superior (Tierra). Mientras esto siga así, continuaremos padeciendo (y agravando) las consecuencias de lo que podemos denominar un problema de escala.

Una de esas consecuencias, quizá la más importante, es la llegada a los límites ecológicos y de disponibilidad energética del planeta.

La huella ecológica mundial es de 2,6 hectáreas globales per cápita (Ecological Footprint Atlas, 2009), sobrepasando con holgura la media de hectáreas por persona que tenemos en nuestro planeta (1,8). Pero, además, esta media oculta las grandes diferencias con respecto a los distintos países. Los países más enriquecidos tienen una huella ecológica de 6,4 hectáreas por persona a costa de los más empobrecidos, que no llegan a 1 hectárea por persona. Con ello podemos afirmar que el modo de vida de los países más “desarrollados” no es extensible al resto del planeta, ya que si todos los habitantes de la Tierra adoptáramos el modo de vida estadounidense, por ejemplo, necesitaríamos cinco planetas. Así pues, la huella ecológica evidencia que debemos exigir una reducción de los niveles de producción y consumo de dichos países para situarnos en los límites ecológicos y cumplir los requisitos de la justicia social y pone de manifiesto las relaciones entre los modelos de desarrollo, los hábitos de vida y los problemas socioambientales y económicos.

Muy estrechamente unidas a los límites ecológicos se encuentran las limitaciones de disponibilidad energética. Durante estos primeros años del siglo XXI hemos llegado a una situación urgente desde el punto de vista energético. El paso por el máximo productivo (cenit) del petróleo crudo (en 2006 según la Agencia Internacional de la Energía) dio por finalizada la era del petróleo fácil y barato. Es más, no podemos aumentar mucho más la cantidad de energía disponible anualmente para las actividades humanas en el planeta. Por tanto, y teniendo en cuenta que todas las materias energéticas no renovables siguen una curva de explotación que siempre tiene una fase terminal de declive, que todas ellas están ya cerca de su máximo productivo, o lo han pasado ya, y que no es posible que ninguna otra fuente energética conocida actualmente pueda ofrecer la misma cantidad de energía y en las mismas condiciones, estamos abocados a un descenso energético prolongado y de gran magnitud.

El horizonte que se dibuja para los próximos años es muy sombrío, puesto que la energía es precursora de la actividad económica y faltando energía la crisis se agravará cada vez más. La economía mundial está jugando un juego de suma cero, con un pastel cada vez más pequeño a repartir, y no serán suficientes meros ajustes técnicos en los sistemas productivos para evitar fuertes tensiones.

La situación en la que nos encontramos nos reta a plantearnos los fundamentos mismos en los que se basa nuestra civilización. Debemos analizar, sin miedos, las raíces de nuestro pensamiento para construir otra sociedad que pueda asumir y amortiguar el impacto de lo que se nos viene encima. Es necesario organizarnos y planificar, por tanto, el decrecimiento. Pero no un decrecimiento entendido como la visión especular del crecimiento del PIB, sino un decrecimiento que cree nuevas respuestas para problemas que nunca hemos enfrentado. Porque el decrecimiento tan sólo resulta posible en una ‘sociedad del decrecimiento’, es decir, en el marco de un sistema que se base en otra lógica. Para ello es necesario hacer un análisis radical de las actitudes, valores, creencias y concepciones que subyacen en nuestras sociedades, con el objetivo de descolonizar nuestro imaginario. Es una tarea compleja, pero totalmente necesaria antes de poder construir una alternativa coherente en dicha sociedad del decrecimiento. El gran desafío consiste en romper los círculos, que son también cadenas, para salir del laberinto que nos mantiene prisioneros.

sábado, 31 de marzo de 2012

Dos posibles caminos para Equo

Los resultados de las últimas elecciones en Andalucía y Asturias no han sido buenos para Equo. No solo no se ha aumentado en votos, sino que en muchas circunscripciones se ha disminuido el apoyo recibido. Es verdad que se explica fácilmente al analizar los efectos negativos de nuestro sistema electoral tanto en la distribución de escaños como en la decisión de los votantes, influenciados por ese sistema de distribución, que optan por el "voto útil". Aún así, todo ello merece una profunda reflexión. Una vez realizada, es importante plantearse el futuro del proyecto en un contexto que aplasta electoralmente a las minorías, sobre todo si no recurren al populismo barato perifascista y/o nacionalista. Es por ello que Equo debería pensar en dos posibles caminos a medio plazo: la apuesta firme por el decrecimiento o la búsqueda de un frente unitario.

El programa de Equo para las elecciones generales era en gran parte decrecentista, pero ni nombraba la palabra ni se abordaban aspectos importantes que se tendrían que pensar profundamente si se promoviese sin ambages un modelo basado en el decrecimiento. ¿Cómo desacoplar la creación de empleo del crecimiento económico? ¿Cómo estructurar una democracia económica que no se base en el crédito? ¿Cómo abordar las implicaciones sociales más inmediatas tras el pico del petróleo?

Equo puede (y debe) ser, como dice el manifiesto de Equo Andalucía, la evolución de la izquierda tradicional en siglo XXI, pero para ello la gran mayoría de sus integrantes tienen que comprender qué diferencia la crisis actual de crisis anteriores. Y es que esta crisis no terminará nunca. No, al menos, tal y como todos entendíamos que acababan las crisis económicas cíclicas del capitalismo.

Este camino decrecentista es una apuesta valiente y arriesgada, con la vista puesta en el futuro y basado en una estrategia de diferenciación con respecto a otras alternativas políticas existentes. La ecología política tiene todas las papeletas para encabezar la lucha por el decrecimiento en las instituciones públicas, pero para ello debe dar un salto cualitativo, desprenderse de discursos crecentistas (reactivación económica, crecimiento sostenible, etc.), entender por completo las implicaciones del descenso por la curva de Hubbert y trabajar con coherencia y en la práctica por un decrecimiento en equidad. El desarrollo de los acontecimientos irá abriendo posibilidades electorales para los que expliquen antes y mejor las causas de la crisis y ofrezcan alternativas viables dentro de un modelo sin contradicciones.

El segundo camino posible se basa en la lucha contra las reglas que, como dice Esteban de Manuel, impiden la innovación política. Para ello, la mejor estrategia sería proponer un debate amplio y sin prisas que reúna a todos los que ya están en marcha, como las Mesas de Convergencia, con el objetivo de establecer unos puntos básicos, pocos pero contundentes, para ir a las próximas elecciones generales integrados en un frente unitario. Ese breve programa consensuado debe ser la base sobre la que se inicie una segunda transición que, entre otros temas, cambie nuestra Ley Electoral. Unir las fuerzas para conseguir lo que compartimos puede ser el inicio de un nuevo tiempo político y social. Y es una decisión muy justificada, cada vez más, en una situación como la actual.

Optar por uno u otro de los caminos que aquí se proponen no tiene por qué ser excluyente. Se puede trabajar en paralelo en ambas propuestas, una con vistas al corto plazo que marcan las elecciones generales y otra con miras más amplias. Equo acaba de nacer, pero no puede creer que tiene el tiempo de reacción que otros tuvieron. El cambio de época ha comenzado y los acontecimientos se precipitan. Necesitamos organización y valentía.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Pedro Prieto en Córdoba: Una historia de ciencia-realidad

El jueves 23 de febrero se celebra la primera actividad del XI Ciclo de Conferencias que organiza anualmente Ecologistas en Acción Córdoba. Se titula "La crisis energética. Una historia de ciencia-realidad" y será impartida por Pedro Prieto a las 20:00 en la Tejedora (C/ Gutiérrez de los Ríos, 10).
Pedro Prieto es un ingeniero técnico español que ha desempeñado su carrera profesional en el sector de las telecomunicaciones y que se ha convertido en uno de los principales activistas y divulgadores en España de la cuestión del cenit del petróleo.
En la actualidad es vicepresidente de la Asociación Española para el Estudio de los Recursos Energéticos, (AEREN), es miembro de Científicos por el Medio Ambiente (CiMA) y del consejo internacional de The Association for the Study of Peak Oil&Gas (ASPO). Además, Pedro Prieto es uno de los fundadores de la página web Crisis Energética.
Con esta conferencia de sugerente título pretende aclarar en qué consiste el cenit del petróleo y otros combustibles fósiles, explicar las implicaciones socioeconómicas que se derivan de estos fenómenos y desenmascarar el falso paradigma en el que se apoya el sector de la energía, que defiende que, ante la evidencia del agotamiento de los combustibles fósiles, los avances tecnológicos nos permitirán desarrollar nuevas fuentes de energía que los sustituyan, de manera que podamos seguir manteniendo el insostenible consumo de energía que sustenta el despilfarro propio del occidente industrializado.
Frente a esta falacia, Pedro Prieto demostrará que sólo combinando una reducción radical de los actuales niveles de consumo de energía y desarrollando energías alternativas podremos salvar el planeta de un colapso inevitable al que nos conduce la voracidad energética del mundo rico. Tesis que ha defendido últimamente en dos de sus artículos más leídos: "Crecer o decrecer: That is the question" y "Un mensaje a los indignados occidentales".
En la organización de este ciclo de conferencias de Ecologistas en Acción Córdoba participan el Consejo de la Juventud de Córdoba, la delegación en Córdoba de Ingeniería sin Fronteras, la Asociación Profesorado de Córdoba por la Cultura Científica, y la iniciativa de economía social recientemente constituida en Córdoba “La Tejedora, mercao social de Córdoba”.

martes, 21 de febrero de 2012

Trayectoria de la Red de Decrecimiento en Equidad de Córdoba

Parece que ha pasado mucho tiempo. Pero tan solo han sido 3 años, un suspiro. Desde aquel enero de 2009, cuando conseguimos que el Consejo Local de la Juventud de Córdoba firmase por unanimidad la Declaración acerca del cenit del petróleo y sus implicaciones, han pasado muchas cosas. En aquel entonces nadie hacía mucho caso a un grupo de gente que creía que aquella crisis que comenzaba no iba a acabar en unos meses como otras, sino que se vislumbraba el inicio de una época de cambios profundos por causa de una disminución de la base energética que sustentaba y sustenta todo el entramado sistémico de nuestras sociedades modernas.

Por aquel entonces nos unimos a varios miembros de Ecologistas en Acción para fundar el Grupo de Decrecimiento en Equidad de Córdoba para trabajar, debatir y autoformarnos en un tema que sabíamos que iba a marcar nuestro futuro. Ahora, cuando el Grupo ya es Red y echamos la vista atrás, podemos sentirnos orgullosos de haber sacado adelante tantas iniciativas que humildemente planificamos y organizamos. Queda mucho camino por delante. Cojamos aire.