martes, 28 de abril de 2009

De la Tierra plana al techo energético

En el siglo XIX se introdujo por primera vez la creencia errónea de que en la Edad Media se suponía que la Tierra era plana, concepto que, en realidad, se había dejado atrás mayoritariamente desde el siglo I. Sin embargo, curiosamente, hoy día mucha gente cree que los recursos de la Tierra y del intelecto humano son tan enormes que nuestro crecimiento puede continuar y que no hay peligro porque nunca agotaremos nada. Hoy día seguimos actuando como si la Tierra fuese plana, es decir, ilimitada.

Los autores clásicos estaban de acuerdo, en general, en la idea de la imposibilidad física de mantener un crecimiento ilimitado. Malthus, Ricardo, Mills o Marx conectaban sus teorías con el mundo físico. Fueron la revolución neoclásica y la extensión de la revolución industrial, con el uso intensivo de combustibles fósiles, las que supusieron la eliminación de cualquier preocupación por los límites físicos.

En 1929 se produjo una crisis porque el modelo de funcionamiento del sistema se agotó. El incremento tan elevado de la productividad originó demasiada oferta para tan poca demanda. La solución a esta crisis no llegó hasta la década de los 50, cuando se dotó al sistema de otra forma de funcionar. Los keynesianos proponían que en momentos de estancamiento económico, el estado tiene la obligación de estimular la demanda con mayores gastos. Así, para impulsar el crecimiento económico se fomentó la producción: a más producción, más dinero, más compras, etc. Estados Unidos y la URSS se alzaron definitivamente como las nuevas potencias de mano de su, por entonces, enorme riqueza petrolífera.

El impulso introducido por estos cambios quedó agotado en los 70, cuando se hizo patente que los recursos hasta entonces despilfarrados, en especial el petróleo, la sangre del sistema, no iban a continuar para siempre aumentando su producción ni, por tanto, con un precio tan bajo como hasta ese momento. Se introdujeron cambios que permitieron mejorar la productividad, desvinculando el crecimiento económico de la creación de empleo. La hegemonía industrial daba paso a la hegemonía financiera en una acelerada carrera hacia la globalización, basada en un transporte sólo posible gracias a la energía barata proveniente del petróleo. Y el desempleo provocado en los países desarrollados por la oleada de deslocalizaciones fue solucionado con un enorme crecimiento del sector servicios, parásito de la depredación de recursos en todo el mundo.

A partir de los 60 empezaron a hacerse evidentes los problemas ecológicos que estaba creando el fuerte crecimiento económico iniciado tras la posguerra. Mientras los poderosos aceptaban las premisas del neoliberalismo, las ideas ecologistas fueron teniendo cada vez más aceptación entre la sociedad. Los gobiernos de los países más industrializados se empezaron a ver presionados por la opinión pública a desarrollar una política ambiental. La economía ortodoxa no pudo seguir manteniendo la supuesta incompatibilidad entre economía y ecología, porque ello supondría la necesidad de sustituir el modelo económico por otro. Como este planteamiento resulta inaceptable para los defensores del sistema, se comenzó a defender la compatibilidad entre crecimiento ilimitado y protección de la naturaleza.

“Si se mantienen las tendencias actuales de crecimiento de la población mundial, industrialización, contaminación ambiental, producción de alimentos y agotamiento de los recursos, este planeta alcanzará los límites de su crecimiento en el curso de los próximos cien años”, decían los autores de “Los Límites del Crecimiento” en 1972, un informe que precedió al comienzo de la era de las conferencias y cumbres sobre medio ambiente a nivel mundial. En 1987 el Informe Brundtland formaliza por primera vez el concepto de desarrollo sostenible.

Mientras se introducían los últimos cambios para seguir manteniendo el ritmo de crecimiento, incitando al hiperconsumo facilitando el hiperendeudamiento con créditos con unos tipos de interés excepcionalmente reducidos, el desarrollismo se renombró como desarrollo sostenible, pervirtiendo todo lo bueno que pudiese haber tenido el primigenio significado de este concepto y utilizándolo como un lavado de imagen del crecimiento. Lo cierto es que el resultado de cualquier programa de desarrollo que no abandone las ansias de crecimiento es la insostenibilidad. Y será así incluso en el caso de que el programa incluya la palabra “sostenible”.

Ahora o dentro de pocos años nuestras sociedades se verán bloqueadas por un techo energético producto de su propio desarrollo. Un desarrollo acelerado gracias a la disponibilidad energética barata y accesible que hemos tenido hasta ahora y que ha provocado que entre 1800 y 2000 la población se multiplicara por siete, pasando de 900 a 6500 millones de personas. Estamos en la cúspide. Es el momento de decidir nuestro futuro.

The Cherry Boppers

domingo, 26 de abril de 2009

¿Por qué Blogger?

  1. Porque paso de tener continuos quebraderos de cabeza, aunque sean mínimos, con el hosting, ya sea gratuito o de pago.
  2. Porque Blogger tiene una comunidad formada y más o menos estable que hace que tu cuenta goce de un valor añadido interesante.
  3. Porque Blogger te permite, cada vez más, hacer y poner lo que quieras en tu blog y de una forma muy fácil, una ventaja importante con respecto a otros servicios de creación de blogs.
  4. Porque Blogger tiene ciertas ventajas con respecto a Wordpress.com (mi otra opción considerada) como las plantillas, la enorme posibilidad de modificaciones, la estabilidad o la compatibilidad; por ejemplo, parece ser que en Wordpress.com puedes agregar vídeos de YouTube, pero no de otros sitios.
En definitiva, creo que he acertado con el cambio. De todas formas, como véis, sigue el mismo estilo y seguirá el mismo espíritu. Espero que sigáis también vosotros. Bienvenidos al nuevo nido.